Es uno de los caminos más famosos del mundo y hay muchos recorridos y maneras de hacerlo…pero… ¿por qué hacer el Camino de Santiago?
De que hablaremos
- La historia
- ¿Una ruta religiosa o para todos?
- Lo qué te ofrece el Camino
- ¿Por qué tienes que hacer el camino de Santiago?
- Te encanta la naturaleza
- Te gusta conocer cada día gente nueva e interesante
- Te encuentras en un momento de tu vida donde todo parece flojo y no sabes porque
- Estás en búsqueda de espiritualidad
- Quieres agradecerle a la vida por todo lo que has encontrado en tu vida y has logrado con tus sacrificios
- Quieres desahogarte
- Las rutas de nuestra vida
Todos, por lo menos una vez en la vida, hablando con un amigo, ha escuchado esta frase: “¿Sabes que Fulanito (o Amparo, o Carmen…) ha hecho el Camino de Santiago? ¡Ha dicho que es algo espectacular!”.
¿Qué hay en este camino que empuja a la gente a preparar una mochila y usar sus únicas vacaciones del año para ir a fatigar, sudar, empaparse de lluvia o quemarse con el sol? ¿Millones de personas que hicieron este camino y todas con uso de razón? ¿Es posible?
Vamos a ver cómo todo esto empezó y quien fue el primer “loco” que lo hizo.
La historia
La tradición cuenta que en el siglo IX se encontraron los restos del apóstol Santiago, y el monarca de Asturias fue el primer peregrino de la historia que empezó el viaje hacia Santiago de Compostela, para asegurarse de que la noticia del hallazgo fuera verdadera (¡qué tipo desconfiado!).
Llegó a Santiago de Compostela e hizo construir un sepulcro para rendir culto al apóstol. Ese sepulcro todavía se encuentra en la catedral, destino final del camino.
En el 1884 el Papa León XIII declaró oficialmente que los restos eran verdaderamente del Santo y, en el 1993 la ruta se declarò Patrimonio Universal de la Humanidad.
Ahora el Camino de Santiago es uno de los caminos más importantes del mundo. Hay rutas por toda Europa y cada una tiene su alma fuerte y la energía de todas las personas que la cruzaron.
¿Una ruta religiosa o para todos?
Es una ruta religiosa que los peregrinos hacían como demostración de propia fe a Dios. Intentamos imaginarlos descalzos, o con zapatos de cuero, sin prendas técnicas de Decathlon y sin gps. El peregrino vivía de la voluntad de la gente que encontraba; la gente de los pueblos estaba orgullosas de ellos y del recorrido que hacían, con sol o nieve. Solían cuidarlos y acogerlos en sus propias casas para hacerlos descansar o comer una sopa tras un largo día de decenas de km. Dormían en frente de iglesias o en los campos, y por supuesto, había mucha gente que se moría durante el camino… digamos que era muuuuucho más empeñativo que un día en H&M durante las rebajas, ¡para entendernos!

Durante meses, paso tras otro, rezaban y hablaban con Dios, pedían milagros para gente con enfermedades, pedían perdón para sí mismos y para los pecadores, y pedían fuerza en momentos fatigosos.
Las energías de la ruta
El Camino de Santiago está empapado de toda la energía de estas personas y, creyente o menos, te das cuenta de que sigue fluyendo en esas rutas.
Por esto, aunque sea una ruta religiosa, cada año siempre más gente en búsqueda de un lugar rebosante de carga espiritual elige recorrer los pasos de los peregrinos.
No hace falta creer en Dios para entrar en una iglesia y probar una sensación de paz, o para ir por viejos senderos de cientos de años y encontrarte contigo mismo.

Lo qué te ofrece el Camino
El camino de Santiago te ofrece la oportunidad de regalarte tiempo para reflexionar sobre tu vida, tu carácter, tus desafíos de la vida; agradecerle por todo lo que tienes: salud, el amor de la familia, los lujos que no valoras nunca en tu vida, y no estoy hablando de un yate en Ibiza, sino de las cosas sencillas que damos por hechas y que gran parte de la humanidad no tiene (créeme, después de un mes sin sabanas y sin apoyarte al inodoro te darás cuenta).
Por cierto, hay mucha gente que lo hace ¡porque las fotos en paisajes así quedan de puta madre y provocan lluvias de corazones en Instagram!
Y si, es verdad que si te la tomas como un deporte puedes hacer un montón de kilómetros y entrenar a lo bestia.
Hay de todo, y todas las razones están aceptadas o por lo menos respetadas.
¿Por qué tienes que hacer el camino de Santiago?
En mi opinión tienes que hacer el camino si:
Te encanta la naturaleza
Más te comes kilómetros, más te das cuentas cómo cambian los paisajes, el norte de España varía cada día y en una manera tan increíble que no te puede no afectar. Algunos se pasan de cruzar las mesetas, entre Burgos y León, yo aconsejo de vivir los doscientos kilómetros de llanuras andando despacito, y que el tiempo te lleve a un nivel de meditación. Hay algo de especial en ese trayecto, algo que te hace reflexionar sobre la paciencia y la tranquilidad.

Te gusta conocer cada día gente nueva e interesante
En un solo país y en un solo viaje podrás encontrar personas de todo el mundo, compartiendo ideas, sueños, miedos y éxitos. Salir de la zona de confort, y conocer culturas diferentes te abrirá la mente y te recordará cuanto pueda aportarte la diversidad.

Te encuentras en un momento de tu vida donde todo parece flojo y no sabes porque
A ver, a lo mejor lo sabes, pero no encuentras el coraje de cambiar tu situación. Necesitas algo que te sacuda, y que te haga encontrar inspiración sobre nuevas maneras de tomarse la vida.
Estás en búsqueda de espiritualidad
El Camino de Santiago te conecta contigo mismo día tras día, quieras o no. Cuando lo hice yo, un hombre muy sabio me dijo que las tres fases del camino son: la de asombrarte, la de destruirte por completo y la de darte la posibilidad de perdonarte, construyéndote de nuevo.
Quieres agradecerle a la vida por todo lo que has encontrado en tu vida y has logrado con tus sacrificios
El camino te llena de risas que todavía recuerdo como si hubiera pasado una semana. Aún me viene a la mente la vez que bailé con un hombre Israelí, encontrado por casualidad en Navarrete, después de una ruta muy dura. Me acuerdo de su cara, parecida a mi querido papá, que perdí no muchos años atrás (y si, pensé en una señal) y las risas a carcajadas, ¡y ni siquiera nos entendíamos!
Quieres desahogarte
¿Desahogarte de qué? De todo este consumismo que te atrapa, volver o probar de vivir con lo necesario y librarte de todo lo pesado. Quieres explorar la sencillez de tener tu casa en pocos kilogramos y descargar el puto estrés de lo cotidiano.
Las rutas de nuestra vida
No importa cuántos kilómetros te prepararás a andar, si serán los últimos cien o los primeros veinte. Y, de veras, no importa si empezarás en verano o en invierno, tampoco importa si tendrás el equipaje súper técnico o el de la guerra, que te prestaría tu abuelo.
Lo importante será las ganas de disfrutar de la vida, de aprovechar el tiempo, sea cual sea, será el encanto de descubrir que en el mundo hay muchos más colores, que el de la bombilla de la oficina y que siempre hay tiempo para pararse un momento, y preguntarte a ti mismo, si la vida que vives es una vida que te llena.

El Camino de Santiago debería estar incluido en la seguridad social, como medicamento para vivir una experiencia que te llevarás para toda la vida. Y no, no te ayudará a solucionar los problemas que tienes, pero aprenderás a verlos desde otra perspectiva.
Quien hace esta experiencia no parará nunca de seguir construyendo su camino personal con todo lo que sembrará y cosechará durante y después los pasos hechos.
El camino es cualquier ruta del mundo, lo importante es empezar a andar. El camino de Santiago es una ruta más, organizada para que te sea leve el viaje con sus albergues, pueblos y restaurantes (no hace falta volver a la edad media para encontrar la esencia que te enseña).
La pregunta es: ¿estás listo para crear desorden en tu vida y obtener las respuestas a preguntas que todavía ni siquiera te has hecho?

¡Si la respuesta es sí, tu Camino ya ha empezado.
¡Buen Camino peregrino!